Hace mucho tiempo, existió un rey que gustaba de dar largos
paseos por el bosque. Un buen día, y cansado de tanto cabalgar, el monarca
llegó a una humilde casita entre los árboles. En aquel lugar, vivía un
agricultor con su hija joven, la cual rápidamente se ganó la admiración del rey
por su belleza.
“Mi hija no solo es bella, sino que también tiene un don
especial” – alardeaba el campesino. Cuando el rey le preguntó de qué se
trataba, el anciano respondió que la muchacha era capaz de convertir en oro la
paja seca con el uso de una rueca. “Genial, la llevaré conmigo al palacio” –
gritó entonces el rey.
Al llegar al enorme castillo, el monarca condujo a la joven doncella
hacia una habitación donde se encontraba una rueca rodeada de paja. “A la
mañana siguiente vendré a ver si es verdad que puedes convertir todo esto en
oro. Si me engañas, tú y tu padre sufrirán las consecuencias por haberme
mentido”.
Al no saber qué hacer, la pobre muchacha se desplomó en el suelo
y se puso a llorar hasta la llegada de la noche. Entonces, cuando dieron
exactamente las doce en el reloj, apareció por una de las ventanas, un enano
narizón que prometió ayudarla.
“Si me regalas tu collar, convertiré toda esta paja en oro” –
dijo el enano con una voz suave, y sin pensarlo dos veces, la hermosa joven le
entregó su collar a la criatura, y esta se dispuso a hilar la rueca con toda la
paja de la habitación. A la mañana siguiente, el rey abrió la puerta y quedó
boquiabierto de ver que, efectivamente, toda la paja había sido convertida en
oro.
Cegado por su ambición, el rey tomó a la muchacha por las manos
y la llevó hacia otra habitación mucho más grande que la anterior. Enormes
bultos de paja se extendían hasta el techo. “Ahora debes hacer lo mismo en esta
habitación. Si no lo haces, verás las consecuencias de tu engaño”, le dijo el
monarca antes de cerrar la puerta.
La suerte de la muchacha no había cambiado, y tan nerviosa se
puso que se tumbó en el suelo a llorar desconsoladamente. A las doce en punto
de la noche, apareció nuevamente el enano narizón que la había ayudado. “Si me
das esa sortija que brilla en tus dedos, te ayudaré a convertir toda esta paja
en oro”, le dijo la criatura a la muchacha, y esta no dudo un segundo en
cumplir su parte del trato.
Para sorpresa del rey, cuando regresó a la mañana siguiente, la
habitación se encontraba repleta de hilos de oro, y fue tanta su avaricia, que
decidió casarse entonces con la pobre muchacha, pero a cambio debía repetir el
acto mágico una vez más.
Tan triste se puso aquella joven, que no tuvo más remedio que
echarse a llorar durante toda la noche. Como era costumbre, el enano narizón
apareció entonces a las doce de la noche y acercándose lentamente a la muchacha
le dijo: “No llores más, hermosa. Te ayudaré con el rey, pero deberás
entregarme algo a cambio”.
“No tengo más joyas que darte”, exclamó la muchacha con
pesadumbre, pero el enano le pidió entonces una cosa mucho más importante: “Cuando
nazca tu primer hijo, deberás entregármelo sin dudar. ¿Aceptas?”. La princesa
no tuvo que pensarlo mucho, y tal como había prometido el enano, convirtió toda
la paja de la habitación en oro usando la rueca.
fin
N:
de página de libro
Autor:Huasco Carrasco Rubén